Nuevos y viejos casos de canibalismo documentado en el registro fósil


Noviembre 2016.

Desde que en 1996 se publicara el caso más antiguo de canibalismo en el nivel TD6 de la Gran Dolina, son numerosas las evidencias de la práctica de este comportamiento a lo largo del registro fósil. Dos recientes estudios publicados documentan dos nuevos casos de antropofagia durante el Pleistoceno. El primero de ellos, en el que participa el investigador del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) Asier Gómez Olivencia, presenta los resultados del estudio de restos óseos de neandertales de la cueva belga de Goyet. El análisis de 99 nuevos restos ha puesto de manifiesto la presencia de marcas antropogénicas que proporcionan una clara evidencia de prácticas de canibalismo ocurridas en esta cueva hace entre 40 mil y 45 mil años. Los autores de este trabajo publicado en Scientific Reports han demostrado que el uso de los cadáveres no se restringió al consumo de su carne, sino que además, los huesos fueron utilizados como percutores blandos para retocar los filos de las herramientas líticas.

Por otro lado, en los niveles magdalenienses de la cueva alemana de Brillenhöhle (de hace unos 15 mil años) se recuperaron en la década de los setenta más de cuarenta restos óseos de la especie Homo sapiens. Los descubridores de estos restos documentaron la presencia de marcas de cuchillos de piedra en las superficies óseas que interpretaron como evidencias de prácticas caníbales. Posteriormente esta hipótesis fue rechazada argumentando que estas marcas fueron producidas como consecuencia de los rituales de un enterramiento secundario. En un reciente estudio publicado en Quaternary Science Reviews y realizado por la investigadora del EIA Nohemi Sala, y por Nicholas Conard (Universidad de Tübingen), se han vuelto a analizar esos restos y se han reevaluado los criterios previos. El descubrimiento de marcas de dientes humanos asociadas a fracturas intencionadas ha permitido confirmar que el consumo de los cuerpos tuvo lugar en el Magdaleniense y, por tanto, que la primera hipótesis planteada fue la más probable.

Por último, Palmira Saladié y Antonio Rodríguez-Hidalgo, miembros también del EIA, han publicado un exhaustivo trabajo de síntesis sobre los casos de canibalismo documentados en la Prehistoria en Europa. Dicha revisión, publicada en la revista Journal of Archaeological Method Theory, pone de manifiesto que las prácticas caníbales han sido relativamente frecuentes en la historia evolutiva del género Homo durante el Pleistoceno europeo.