Nuevo doctor en Atapuerca


El Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) está integrado por casi 300 personas, de las que más de 60 son doctores, pertenecientes a universidades y centros de investigación de todo el mundo. Cada año va aumentando el número de miembros del EIA que alcanza el grado de doctor. En el pasado periódico de diciembre os informábamos de los 5 miembros del EIA que habían leído sus tesis en los últimos meses de 2015, y este año comenzamos con la reseña de la lectura de la tesis doctoral de Ricardo Rodríguez Varela, beneficiario de una ayuda de investigación de la Fundación Atapuerca.

Rodríguez Varela defendió su tesis el pasado 17 de diciembre en la Facultad de Geología de la Universidad Complutense de Madrid. Su estudio, “Variaciones en la distribución y la estructura genética de los linces paleárticos y el topillo de Cabrera desde el Pleistoceno superior”, ha sido codirigido por Juan Luis Arsuaga y Cristina Valldiosera.

El trabajo de tesis está compuesto por cuatro artículos, tres ya publicados y uno todavía inédito. En ellos se han abordado, mediante el estudio del ADN antiguo, aspectos relativos a la paleobiogeografía, la conservación, la filogeografía y las fluctuaciones en la diversidad genética a lo largo del tiempo en distintas especies amenazadas o extintas de la península ibérica (los linces paleárticos, Lynx lynx y Lynx pardinus, y el topillo de Cabrera, Microtus cabrerae). En concreto, se ha analizado el ADN mitocondrial de restos asignados a las distintas especies europeas del género Lynx así como de subfósiles y ejemplares actuales de topillo de Cabrera de diferentes yacimientos y poblaciones históricas del suroeste de Europa. El análisis del ADN mitocondrial de restos de lince ibérico, lince boreal y topillo se realizó con el objetivo de conocer las variaciones de su diversidad genética a lo largo del tiempo y la filogeografía de las poblaciones extintas en relación con las modernas. La importancia de los análisis realizados con restos de lince ibérico y de topillo de Cabrera radica en el carácter endémico y amenazado de ambas especies. Conocer su historia genética desde el Pleistoceno superior puede proporcionar información útil para el manejo de las poblaciones actuales en peligro de extinción. En el caso del lince boreal el interés se centra en confirmar o desmentir su presencia en el pasado en la península ibérica y en conocer la estructura genética de las poblaciones extintas del suroeste de Europa. El análisis de la dinámica de las poblaciones extintas es vital para una mejor comprensión de los patrones filogeográficos de las poblaciones actuales. Por último, la identificación molecular de restos de linces erróneamente clasificados o que no han podido identificarse a nivel específico, ha permitido ampliar el rango de distribución histórico de las dos especies de linces que habitan en Europa en el presente.

Con este trabajo el autor ha llegado a varias conclusiones, entre ellas que la actual falta de diversidad genética para la región ‘control’ del ADN mitocondrial en el lince ibérico se remonta a hace 50.000 años y que esta especie habitó el norte de Italia y el sur de Francia durante el Pleistoceno superior y el Holoceno respectivamente. Estos resultados incrementan el área de distribución del lince ibérico durante el Pleistoceno superior y muestran que este félido es un paleoendemismo de la península ibérica como consecuencia de la contracción de su rango de distribución. En este trabajo se ha documentado por primera vez, con base en datos genéticos y dataciones radiométricas, la coexistencia de las dos especies de lince europeas en un mismo yacimiento en el norte de Italia durante el Pleistoceno superior. Además se confirma genéticamente, la presencia del lince boreal en la península ibérica desde la transición del Pleistoceno al Holoceno, hasta el siglo XVI. El registro fósil y los resultados de esta tesis sugieren una discontinuidad en la especie de lince que habitó en la cornisa cantábrica. Así pues, habría sido el lince ibérico el principal habitante de esta región durante la mayor parte del Pleistoceno, para desaparecer en favor del lince boreal durante el Holoceno. Finalmente, los resultados preliminares sugieren que el topillo de Cabrera experimentó un incremento de diversidad genética durante el Neolítico, pero desde la Edad del Hierro hasta hoy ha sufrido pérdida de diversidad.