Por Marina Mosquera / URV-IPHES
Nick Ashton es especialista en arqueología del Paleolítico inferior y medio, de cuyas colecciones es Conservador, además de la de Mesolítico, en el Museo Británico, desde hace más de 25 años. Es autor de numerosas publicaciones en revistas de impacto internacional sobre la ocupación humana del norte de Europa, los hábitats de los homininos arcaicos y el efecto demográfico y paleogeográfico de los poblamientos humanos en la isla británica durante el Pleistoceno medio.
Ha dirigido las excavaciones de varios yacimientos británicos de gran importancia, como High Lodge, Barnham, Elveden, Hoxne y Happisburgh, el último de los cuales fue publicado en la revista Nature en 2010. Se trata de un yacimiento situado en la costa de Norfolk, donde las huellas de las pisadas de un grupo familiar de homininos quedaron impresas y fosilizadas en el barro, hace más de 800.000 años. Estos hallazgos y su investigación, así como sus trabajos en otros yacimientos británicos, le llevaron a dirigir los proyectos: “Ancient Human Occupation of Britain (AHOB)” entre 2001 y 2012, y “Pathways to Ancient Britain (PAB)” desde entonces, el objetivo de los cuales es examinar la presencia y preferencias de hábitat de los homininos del noroeste europeo durante los últimos 800.000 años.
Desde el año 2011, Nick Ahton ha estado implicado con el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y con la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona (URV) en el estudio de la dispersión de los humanos del Pleistoceno, desde el sur al norte de Europa.
Como investigadora, me enorgullece mucho haber conversado y trabajado con Nick Ashton, porque es un gran especialista y un investigador brillante. Pero como persona, me enorgullece mucho más haber compartido ideas y buenos ratos con un ser humano tan bondadoso.
Las huellas de pisadas del yacimiento de Happisburgh 3 fueron descubiertas en mayo de 2013 bajo los acantilados costeros de Norfolk (Reino Unido), en los antiguos lodos del estuario del río Támesis. Se trataba de una visión fugaz de un grupo familiar deteniéndose en la orilla del río, que data de hace más de 800.000 años.
Tres años antes, en un viaje fascinante junto a mis colegas Simon Parfitt y Simon Lewis, nos guiaron por los yacimientos de Atapuerca, después de haber visto muchas de las colecciones de herramientas líticas en el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), en Tarragona. Entre nuestros objetivos estaba comparar la lítica de la unidad TD6 de Gran Dolina con la de Happisburgh, y el parecido fue revelador. A pesar de las distintas materias primas y de la distancia de 1.200 km, la tecnología y las herramientas presentaban claras similitudes, con un trabajo pragmático de los núcleos para la producción de lascas, junto con raederas y muescas simples. Dado que los fósiles humanos de TD6 se atribuyen al Homo antecessor, ¿las huellas de pisadas de Happisburgh pertenecían también al "Hombre Pionero"?
Por supuesto, la falta de registro fósil humano de Happisburgh nos impide responder a esta pregunta. Pero las estimaciones de la longitud de los pies y la estatura proporcionan comparaciones interesantes. La huella más grande de Happisburgh tenía 260 mm, lo que supone una estatura estimada de 1,73 m. La investigación sobre los huesos de los pies de TD6 realizada por Adrián Pablos y sus colegas sugiere que la estatura media sería de 1,73 m entre los hombres y de 1,68 m entre las mujeres.
A pesar de la incertidumbre acerca de las especies de homininos en Happisburgh, el nombre de "Hombre Pionero" parece apropiado. Como yacimiento más antiguo del norte de Europa, parece ser un solitario puesto de avanzada del empeño humano. Es probable que la colonización de estas zonas se produjera por la expansión de las poblaciones humanas a lo largo de la costa atlántica, donde el clima oceánico ofrecía condiciones más templadas. Tal vez otros yacimientos tracen esa expansión en un futuro. Pero en Happisburgh, el pequeño conjunto lítico de 80 artefactos procedentes de varios horizontes en los sedimentos aluviales, sugiere que los humanos sólo sobrevivieron durante un período breve, tal vez unas pocas generaciones, hasta la degradación del clima. Con la escasez de recursos vegetales en invierno y la competencia por la carne de las hienas y los grandes félidos, es probable que las poblaciones disminuyeran hasta el punto de extinguirse.
Se ha sugerido la posibilidad de migraciones estacionales veraniegas de las poblaciones homininas hacia estas latitudes septentrionales. Pero para que la diferencia de temperaturas fuera apreciable, habría sido necesario invernar en zonas situadas muy al sur, en la costa mediterránea o atlántica. Incluso para cazadores adultos jóvenes esta es una estrategia poco probable, y para grupos familiares, como el que muestran las huellas de Happisburgh, la migración estacional habría sido casi imposible.
Sin embargo, la idea de humanos haciendo un "viaje metafórico" desde Atapuerca a Happisburgh ha dado lugar a varios resultados que invitan a la reflexión. El locutor y escritor holandés Mathijs Deen emprendió un proyecto insólito, “Over Oude Wegen: Een Reis door de Geishiedenis van Europa” (Por caminos antiguos: un viaje por la historia de Europa), explorando en coche antiguos viajes famosos. El primer recorrido fue el que Homo antecessor pudo haber realizado desde Atapuerca hasta Happisburgh.
Este "recorrido" fue también fundamental para una pequeña exposición titulada Moving Stories en el Museo Británico, que contraponía migraciones muy diferentes. Las huellas de pisadas de Happisburgh ilustraban el modo en que la migración había llevado al grupo más allá de los límites naturales del mundo conocido. Pero fue este y otros viajes similares los que propiciaron la adaptación a entornos más difíciles mediante una mejor provisión de las necesidades humanas básicas: comida, ropa, refugio y fuego. Esta narración se yuxtaponía a un diario pictórico de Sadik Kwaish Alfaji titulado Ali’s boat (La barca de Alí), sobre el deseo de su sobrino de emigrar de Irak a Occidente para satisfacer las mismas necesidades humanas de comida, calor y refugio, pero con barreras políticas en lugar de naturales.
Para mí, la trascendencia del trabajo en yacimientos como Atapuerca y Happisburgh no solo consiste en profundizar en el conocimiento del pasado, sino también en apreciar su pertinencia para entender el presente, con la mayor pregunta de todas: ¿qué nos hace humanos?