Los restos cerámicos elaborados y utilizados por las sociedades prehistóricas aportan información sobre la forma de vida de los agricultores y ganaderos. El uso reiterado de los recipientes cerámicos para almacenar alimentos, deja residuos que pueden ser analizados miles de años después, sólo hay que saber cómo encontrarlos. Todos los alimentos contienen algún tipo de grasa (lípido) que es susceptible de quedar atrapada en el interior de las pequeñas porosidades de la pared cerámica. Los lípidos son poco solubles en agua, por lo que su deterioro con el paso del tiempo es menor que el de otros productos orgánicos. Gracias a métodos como la Cromatografía de gases acoplada al Espectrómetro de masas y a la caracterización isotópica de esos residuos, se pueden encontrar e identificar. Además de la cantidad, en ocasiones se puede averiguar si se trata de grasas vegetales o animales, y en este último caso, si procede de animales rumiantes (como vacas, cabras u ovejas), animales no rumiantes (como cerdos o caballos) o incluso, acuáticos (pescado o marisco).
Recientemente se ha publicado en la revista Journal of Archaeological Science un estudio sobre el análisis de residuos orgánicos en cerámicas de El Portalón de Cueva Mayor, en la sierra de Atapuerca. En el estudio, liderado por la doctora Marta Francés Negro, de la Universidad de Burgos, y la doctora Mélanie Roffet-Salque de la Universidad de Bristol, se han analizado más de 100 fragmentos cerámicos de diferentes cronologías: Neolítico (entre 7.200 y 5.300 años aproximadamente), Calcolítico (entre 5.300 y 4.200 años) y Edad del Bronce (entre 4.200-3.000 años de antigüedad). En este estudio se han podido identificar varios productos derivados del consumo animal, como son los productos lácteos y la carne.
En el Neolítico el principal tipo de residuo identificado procede de carne de animales rumiantes (vacas u ovejas) siendo los productos lácteos en este periodo muy escasos. Esto seguramente tiene relación con la intolerancia a la lactosa detectada previamente para las poblaciones neolíticas del yacimiento. Este panorama cambia en las cronologías posteriores (Calcolítico y Edad del Bronce), en las que dominan los productos de origen lácteo (leche, quesos, yogures, etc.). Esto plantea la posibilidad de que la incorporación de productos derivados de la leche fuese lenta y estuviese favorecida por contextos de escasez de alimentos. Tras los lácteos, la alimentación en estas cronologías más recientes se basaba en carne de vacas y ovicápridos, siendo la carne de no-rumiantes anecdótica. Estos datos han sido comparados con los análisis de los restos de fauna recuperados en los diferentes niveles de El Portalón lo cual ha permitido estimar la edad de muerte de las cabañas ganaderas y asociar estos datos con los productos primarios (como la carne) y secundarios (leche, lana o carga) en cada momento de la Prehistoria reciente.
Durante el Calcolítico la cueva fue utilizada al principio como espacio funerario y posteriormente como habitación y estabulación de animales. En esta última fase se observa la explotación animal destinada a la obtención de lana en ovejas y animales de carga como vacas y bueyes. Finalmente, durante la Edad del Bronce, se intensifica la explotación de la lana y se aprecia un aumento en el consumo de cerdos en los restos óseos recuperados. El hecho de no encontrar rastro de grasas de cerdo en las cerámicas de este periodo sugiere que su consumo probablemente se realizaba directamente sobre el fuego, como hacemos actualmente en las barbacoas.
Este trabajo pone de manifiesto que todos los fragmentos recuperados cada verano en la excavación (restos óseos, restos cerámicos, etc.) sirven para reconstruir las formas de vida de las sociedades prehistóricas y, en este caso, han permitido detectar cambios en los modos de subsistencia a lo largo de cuatro mil años.
Referencia:
Francés Negro, M., et al., 2021. Neolithic to Bronze Age economy and animal management revealed using analyses lipid residues of pottery vessels and faunal remains at El Portalón de Cueva Mayor (Sierra de Atapuerca, Spain). Journal of Archaeological Science, 131, 105380. DOI: https://doi.org/10.1016/j.jas.2021.105380