Los yacimientos de la sierra de Atapuerca, en especial el de Gran Dolina, siempre han aportado espectaculares hallazgos arqueológicos y paleontológicos, ampliando enormemente la información que disponemos sobre la evolución humana y faunística durante aproximadamente el último millón de años.
En esta línea, investigadores del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) han publicado recientemente un artículo en la prestigiosa revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. Para dicho trabajo, que ha estado liderado por Ángel Blanco Lapaz, del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente (Universidad de Tübingen, Alemania), junto a la doctoranda Almudena Martínez-Monzón (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social –Universidad Rovira i Virgili, IPHES-URV), al Dr. Hugues-Alexandre Blain (IPHES-URV), y la Dra. Gloria Cuenca Bescós (Universidad de Zaragoza – Grupo Aragosaurus), se han estudiado el registro de restos de peces recuperados desde el nivel de TD4 (Pleistoceno inferior) hasta TD10 (Pleistoceno medio) en el yacimiento de Gran Dolina durante las campañas de excavación 1993-1999.
Durante dicha investigación se han podido recuperar más de un millar de restos atribuidos a tres taxones diferentes: la trucha común (Salmo trutta), la anguila común (Anguilla anguilla) y el bagro (Squalius sp.). Los tres taxones están presentes actualmente en los cursos fluviales alrededor de la sierra de Atapuerca y en el caso de la anguila y el bagro, corresponden a primeras citas descritas en Gran Dolina. Desde el punto de vista ecológico, la trucha común es típica de aguas frías (de 0 a 20ºC), no estancadas y ricas en oxígeno. Por su parte, la anguila común, aunque limitada actualmente por la presencia de las presas, está presente en muchos de nuestros ríos y es típica de ríos pre-montañosos. Por último, el bagro, representando de la familia de las carpas (ciprínidos) se encuentra asociado a las zonas con presencia de truchas y en aguas no estancadas. Todos los restos de peces recuperados en Gran Dolina, han sido analizados, por tanto, desde el punto de vista taxonómico, tafonómico, paleoecológico y arqueozoológico ampliando la lista faunística, ya de por sí muy extensa, en la sierra de Atapuerca.
En el artículo, se describe detalladamente y por primera vez, el ecosistema fluvial presente durante el Pleistoceno inferior y medio en la sierra de Atapuerca y, en particular en el yacimiento de la Gran Dolina y su importancia para los primeros homínidos, ya que se demuestra la existencia de un sistema fluvial pre-montañoso caracterizado por la presencia de aguas relativamente frías y caudalosas, permanentes y bien oxigenadas.
Durante el amplio estudio tafonómico realizado para conocer el agente acumulador de estos restos de peces y discernir si llegaron al yacimiento de manera natural o como consecuencia de la actividad antrópica en la zona, se han determinado tres categorías de marcas producidas durante el proceso de digestión de las aves de presa, desde un grado leve hasta un grado medio-alto de degradación de la superficie del hueso, llegando a la conclusión de que el búho real (Bubo bubo) fue el principal responsable de dicha acumulación de restos de peces, teniendo en cuenta el porcentaje de las marcas según su categoría. De manera paralela, y para conocer mejor la ecología de la trucha común, se ha estudiado la evolución del tamaño corporal de dicha especie a lo largo de secuencia (representando un intervalo de tiempo de 700.000 años) en relación a las temperaturas presentes durante el Pleistoceno inferior-medio en Gran Dolina, llegando a la conclusión que el tamaño de esta especie no se ve influenciado con el cambio de la temperatura ambiente.
Todo este nuevo conocimiento sobre los peces en Gran Dolina (posiblemente uno de los grupos menos conocidos en los yacimientos de la sierra de Atapuerca) ha sido comparado con los estudios ya realizados en el mismo yacimiento basados en otros taxones como las ranas, aves acuáticas (principalmente anátidas) y micromamíferos asociados a ambientes acuáticos, pudiendo reconstruir de manera global el ecosistema fluvial presente durante el Pleistoceno.
Este trabajo abre las puertas al estudio de los peces como posibles recursos en la alimentación y dieta de los primeros homínidos en la sierra de Atapuerca, investigando y analizando más restos de peces recuperados en otros yacimientos cercanos a Gran Dolina.
Referencia:
Blanco-Lapaz, A., et al., 2021. Early-Middle Pleistocene freshwater ecosystems in the Sierra de Atapuerca (northern Iberia) based on the Gran Dolina fish record. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology.574(2):110444. DOI: https//doi.org/10.1016/j.palaeo.2021.110444