La multiplicidad explica el Achelense tardío


By Deborah Barsky /IPHES - URV

Un nuevo trabajo de investigación explica los cambios culturales y comportamentales observados en el Achelense final europeo a través de un modelo teórico innovador, que utiliza los conceptos de Homogeneidad, Variabilidad, Diversidad y Multiplicidad (HVDM) como herramientas para la comprensión de la evolución de la cultura material humana en la Prehistoria. Su potencial de análisis se extiende desde el surgimiento de las primeras tecnologías en África hace más de 3 millones de años, hasta el tecnocomplejo Achelense y más allá. Este modelo, publicado por primera vez en el año 2009, se viene utilizando como una aproximación totalmente novedosa para la comprensión de los mecanismos de cambio en las culturas prehistóricas.

Esta investigación, publicada en la revista Quaternary International por los investigadores Deborah Barsky, Eudald Carbonell, Robert Sala y Francisco-Javier García-Vadillo (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, IPHES, Universidad Rovira i Virgili, URV y Fundación Atapuerca), en colaboración con José María Bermúdez de Castro (Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, CENIEH, y Universidad College de Londres, UCL), se centra en la última fase del modelo: la Multiplicidad. Proporciona información sobre la aparición, características principales y tendencias evolutivas del Achelense final en Europa occidental ?desde hace 450.000 años hasta hace 200.000 años?, tecnología relacionada principalmente con Homo heidelbergensis, un hominino cuyas características anatómicas se derivan de Homo erectus y anuncian las de los Neandertales.

Este trabajo esboza un escenario complejo, que incluso involucra la aparición de Homo sapiens en el subcontinente europeo, en el que un mosaico de rasgos tecnológicos y comportamentales parecen superponerse a medida que se extienden las primeras culturas musterienses del Paleolítico medio. Entre las tendencias de esta transición detectadas en el estudio se incluyen: 1) conjuntos de herramientas líticas con tendencias progresivas hacia el uso del sílex; 2) baja frecuencia de bifaces, hendedores y cantos tallados; 3) aparición de las estrategias de talla Levallois; 4) hábitats más estructurados y con presencia de hogares, y 5) preferencia generalizada por presas de pequeño y mediano tamaño.

Los autores del trabajo subrayan la interacción de tres factores que alteraron exponencialmente la trayectoria humana a partir de ese momento: 1) una expansión demográfica de tipo exponencial; 2) la consolidación de las tradiciones geográficas y las redes sociales y 3) el control operativo del fuego y la construcción de hogares dentro de espacios residenciales estructurados.

Este modelo interpretativo demuestra cómo las múltiples facetas comportamentales de ese momento evolutivo son el resultado de la acumulación de capacidades tecnológicas y sociales, adquiridas a través del tiempo gracias a la curiosidad humana, la experimentación y la socialización de los procesos de aprendizaje. Como resultado de los continuos éxitos en la reproducción de los progresos tecnológicos y del intercambio cultural, las poblaciones crecieron, migraron hacia nuevas áreas y ocuparon cíclicamente algunos territorios, generando y reforzando unos contactos intergrupales que posibilitaron, así, su resiliencia.

Las nuevas capacidades tecnológicas permitieron a los homininos llevar a cabo sus actividades en áreas específicas. Esta frecuentación dio lugar a niveles arqueológicos como algunos de los registrados en la sierra de Atapuerca (España) o en la cueva de l´Arago (Francia). Estos conjuntos, junto a otros yacimientos arqueológicos europeos representativos del Achelense final, son testigos de una ocupación humana relativamente densa, que apunta a ocupaciones redundantes y casi ininterrumpidas durante muchas generaciones. Esta ciclicidad ocupacional creó nuevas relaciones entre los humanos y los territorios donde vivían y morían, y donde eventualmente enterraron a sus muertos. Así, comenzaron a definirse nuevos lazos simbólicos a partir de los cuales surgieron las identidades territoriales; un primer paso hacia la construcción de la “diferencia cultural” ligada a la geografía, como ponen de manifiesto las diferentes denominaciones regionales de las culturas del Achelense final de este período de la Prehistoria de Europa occidental.

Referencia:

Barsky, D., et al., 2021. Late Acheulian multiplicity in manufactured stone culture at the end of the Middle Pleistocene in Western Europe. Quaternary International. DOI: https://doi.org/10.1016/j.quaint.2021.04.017