La gran variedad de conductas humanas es fundamental para entender cómo la especie Homo sapiens fue capaz de adaptarse a diferentes ambientes. Una conducta fundamental en tal éxito es la división sexual de labores, o lo que es lo mismo, cómo diferentes individuos de un grupo humano dividen sus tareas diarias de la manera más óptima posible. Son numerosos los estudios centrados en comprender esta conducta sobre todo desde la perspectiva de la Ecología del Comportamiento Humano. Sin embargo, son menos los que han intentado aproximarse al momento en el que se aprende esta conducta, es decir, al cuándo y al por qué.
Entre los grupos de cazadores-recolectores actuales, los más pequeños comienzan a diferenciar sus actividades por sexos en la fase juvenil, a partir de los 7 años de edad. Así, en varios de estos grupos, ellas siguen recolectando frutos, semillas o tubérculos, mientras que ellos empiezan a interesarse en otras actividades productivas.
Pero, ¿por qué comienza en esta edad? y, ¿existen ventajas o desventajas energéticas de un sexo frente a otro que expliquen esta diferenciación? Con esta intención, el articulo “Gathering Is Not Only for Girls: No Influence of Energy Expenditure on the Onset of Sexual Division of Labor”, publicado en Human Nature, ha tratado de responder a estas cuestiones a través de la simulación de la recolección.
Así, el trabajo demostró que ambos sexos gastan la misma energía al recolectar frutos, rechazando las posibles ventajas o desventajas energéticas de un sexo frente a otro. Esto se debe a que la energía gastada en la recolección depende del peso corporal y, en estas edades aún no existen diferencias significativas en sus tamaños corporales. Entonces ¿por qué esta diferenciación es una realidad entre ciertos grupos cazadores y recolectores?
Excluido el factor energético, una posible explicación estaría relacionado con el aprendizaje. Las conductas humanas se caracterizan por albergar un alto grado de complejidad. Por ello, es necesario aprender y practicar esas habilidades complejas, que les serán útiles cuando sean adultos, lo antes posible.
Además, el hecho de empezar a aprender en estas edades no es un asunto baladí. La especie Homo sapiens, en comparación con otros homínidos, ralentiza su crecimiento corporal durante la fase juvenil. Por lo tanto, ya que el gasto energético en estas actividades depende del tamaño corporal, comenzar a practicar y refinar habilidades en este momento conlleva un menor coste energético, repercutiendo positivamente en quienes se encargan de sus cuidados y mantenimiento.
Referencia:
Zorrilla-Revilla, G., et al., 2021. Gathering Is Not Only for Girls. Human Nature 32, 582–602 (2021). DOI: https://doi.org/10.1007/s12110-021-09411-x