No pensé nunca que ser una científica y formar parte del Equipo de Investigación de Atapuerca me llevaría a las altas cumbres de la Universidad de Zaragoza (UZ), la institución que me formó y posteriormente contrató y gracias a la cual fui conocida por los codirectores del Proyecto de Atapuerca. La investigación desarrollada sobre la bioestratigrafía de Atapuerca me lleva a publicar en las mejores revistas de investigación del mundo de la mano de mis queridos codirectores, que todos conocéis pero que nunca está de más agradecer: Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell (los pongo en orden alfabético, no podía ser de otra manera para estos tres genios de la arqueología y la paleontología española). Junto con ellos, liderando el magnífico Equipo de Investigación de Atapuerca que han formado, he crecido como científica e investigadora sobre los microvertebrados fósiles del Cuaternario que permiten hacer dataciones bioestratigráficas y biocronológicas.
Y ahora viene lo de crecer en espiral: la formación como geóloga y paleontóloga en la UZ, que como he dicho me lleva a Atapuerca, y el prestigio y el privilegio de trabajar en el mejor proyecto sobre la evolución humana en Europa (con todo lo que nos ha supuesto en logros, premios y formación de nuevos doctores e investigadores), me trae de nuevo a mi querida Universidad de Zaragoza, que por esto y más me propone nada menos que formar parte del Consejo de Dirección como vicerrectora de Transferencia e Innovación Tecnológica.
La evolución
Tal y como han escrito grandes pensadores como Lewis Carroll (Alicia a través del Espejo), hay que correr lo más rápido que se pueda, solo para permanecer donde se está, pues la tierra se mueve con nosotros. Esta reflexión, que ha acabado convirtiéndose en una hipótesis evolutiva, conocida como el efecto Reina Roja, la carrera de la Reina Roja o la dinámica de la Reina Roja, puede ser expresado en los siguientes términos: “para un sistema evolutivo, la mejora continua es necesaria solo para mantener su ajuste a los sistemas con los que está coevolucionando”. Y este pensamiento, el de la evolución personal, ha sido siempre mi motor. Me he movido intentando mejorar continuamente para ajustarme a lo que me rodea, colaborando con mis compañeros y compañeras de investigación, primero solo en la Universidad de Zaragoza y, después, cuando se amplió la espiral y llegué a Atapuerca, aceptando los nuevos retos que me proponían los investigadores del proyecto, es decir, estudiando la evolución y la biodiversidad de los microvertebrados fósiles de los yacimientos de la Sierra. Para ello monté un equipo con el que trabajo cada campaña, pero también el resto del año, analizando los miles de microvertebrados fósiles que resultan de las excavaciones.
Este año voy a necesitar más que nunca toda la ayuda de mi equipo de investigación con los microvertebrados de Atapuerca debido al nuevo cargo que desempeño desde el pasado enero como vicerrectora de Transferencia e Innovación Tecnológica de la Universidad de Zaragoza. Desde que he ocupado esta responsabilidad me he propuesto continuar con la tarea de mi predecesora y desarrollar una labor de microtransferencia, investigación y emprendimiento en el entorno rural de Aragón. Dirijo un gran equipo, legado de la anterior vicerrectora, formado por la OTRI, las cátedras institucionales, el director de relaciones institucionales y comunicación, la Unidad de Cultura Científica…. así como los compañeros de Consejo de Dirección, vicerrectores y vicerrectoras y el rector. Por supuesto, cuento además con los administrativos y administrativas que hacen que todo sea posible. ¡Ay, si no fuera por ellos cómo iba yo a haber conseguido revisar cerca de 300 documentos que desde enero me ha tocado rubricar!
La Universidad de Zaragoza cuenta con un gran equipo de Gobierno, liderado por magníficas personas, mujeres y hombres por igual, con las cuales emprendo una nueva etapa en mi vida profesional, intensa y con mucha actividad. Y para ello sé que cuento con todos vosotros, queridos miembros del equipo y de la Fundación de Atapuerca, porque ahora, más que nunca, necesitaré de toda vuestra ayuda y afecto.