Durante la segunda quincena de agosto tendrá lugar una nueva campaña de excavaciones arqueológicas en Covaneria, cavidad del Complejo Kárstico de Ojo Guareña (Merindad de Sotoscueva, Burgos), que no conecta con su red principal debido a la colmatación total de sedimentos de su tramo final. El yacimiento se centra en una estrecha y elevada lateral que se abre en su dolina de entrada, que contenía un yacimiento de carácter funerario intacto, publicado en 1986. El reciente expolio detectado en 2017 dejó revueltos y expuestos abundantes restos humanos, lo que motivó que la Junta de Castilla y León autorizara su excavación para contextualizarlo.
Las excavaciones previas han puesto de manifiesto la importancia simbólica de esta galería sepulcral, que destaca por una inusual representación de individuos infantiles, con un abundante conjunto cerámico del Bronce medio. Además, la campaña del año pasado mostró, en el sector alterado por la actividad de furtivos, la existencia de un nivel inferior en donde predominan los restos de individuos adultos que otorga una mayor complejidad a este enclave funerario.
Asimismo, durante este año también se desarrollará una nueva campaña de dataciones arqueológicas en Ojo Guareña, como continuación de las que se han venido desarrollando desde 2017. Concretamente, se centrará en los vestigios de la Cueva de San Bernabé, la Sima de Villallana y Cueva la Mina. Las tres cuentan con arte rupestre y con interesantes restos arqueológicos y antropológicos que, aunque identificados, aún permanecen prácticamente sin estudiar.
Gracias a los trabajos realizados en anteriores campañas, se dispone de casi un centenar de fechas de Carbono 14, principalmente de las cavidades de Palomera, Kaite y Cubía, que hablan de la utilización de Ojo Guareña en un amplio rango cronológico que abarca desde el Paleolítico medio hasta la Edad Media. Las entradas fueron utilizadas como zonas de hábitat, pero sorprende la presencia humana en numerosos lugares recónditos de su interior, a menudo de complicado acceso, que se eligieron como zonas simbólicas, principalmente con representaciones de arte rupestre o con hogares, objetos diversos o restos óseos. Otras galerías se seleccionaron, de forma más puntual, como espacios sepulcrales, para depositar a sus ancestros. Cueva Palomera presenta además abundantes evidencias del tránsito por su interior a lo largo de varios kilómetros, que se reiteran durante milenios. En la mayoría de los casos se trata de marcas dejadas en las paredes con sus antorchas, o de restos de ellas localizados en el suelo, así como de hogares o puntos de iluminación, pero entre estos rastros sobresalen los centenares de improntas de pies descalzos preservados en el suelo arcilloso de la cueva, especialmente en la Sala y Galerías de las Huellas.
Estos dos proyectos de investigación arqueológica en Ojo Guareña (excavaciones y dataciones) los ha concedido la Junta de Castilla y León a la Fundación Atapuerca y se desarrollarán en 2020 bajo la dirección de Ana Isabel Ortega Martínez, que cuenta con la participación de otros investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), de la Universidad de Alcalá de Henares, de la Universidad Complutense de Madrid y del Grupo Espeleológico Edelweiss (GEE).