Las características de los instrumentos líticos del Paleolítico inferior han sido objeto de estudio en innumerables ocasiones en el ámbito arqueológico, siendo una de las evidencias de la cultura material asociada a las especies humanas extintas que mejor resiste el paso del tiempo. En prehistoria, uno de los principales objetivos de la arqueología experimental es conocer el posible uso y función de las herramientas de piedra. Los experimentos llevados a cabo se basan en reproducir las condiciones de talla y manejo de los instrumentos para extraer conclusiones fidedignas sobre sus posibles utilidades en las culturas paleolíticas.
En el laboratorio de Paleoneurología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) se utilizan como modelo a los humanos actuales para investigar las capacidades de manipulación de los primeros fabricantes de herramientas. Un componente esencial de dicho manejo es la relación ergonómica entre mano y objeto, es decir, cómo un agarre cómodo aumenta la capacidad de integración entre cuerpo y tecnología, tanto a nivel biomecánico como cognitivo. Un artículo recién publicado evalúa la flexión de los dedos durante la exploración ergonómica de las herramientas de piedra del Paleolítico inferior para evidenciar posibles diferencias en el patrón de sujeción en dos tipos de herramientas icónicas: los cantos tallados y los bifaces, representativos del Olduvayense y del Achelense, respectivamente. El experimento ha contado con la participación de 82 voluntarios y una muestra de 40 reproducciones de instrumentos líticos.
Para poder cuantificar el patrón de flexión de los dedos se ha utilizado un guante digital que registra esta acción en cada falange. Se trata de un cyberglove, un guante provisto de sensores y que se suele emplear en diferentes campos de la ingeniería y de la robótica, así como en la realidad virtual y en los videojuegos. Los resultados han confirmado que los dos tipos de herramientas necesitan un patrón ergonómico de la mano muy diferente a la hora de establecer un contacto cómodo y consistente. En concreto, los últimos tres dedos (meñique, anular y medio) son los que determinan estas diferencias, flexionándose más a la hora de agarrar los instrumentos achelenses. La diferente aportación de las falanges en los dos modos tecnológicos sugiere cambios en la percepción mano-herramienta entre modo 1 (Olduvayense) y modo 2 (Achelense). La diferencia en el agarre de ambos conjuntos de técnicas puede también sugerir distintas respuestas cognitivas a la hora de usar las diferentes herramientas y, por lo tanto, una integración distinta en el sistema cerebro-cuerpo-ambiente.