Una de las líneas de vanguardia del presente proyecto de investigación de Atapuerca lo constituye el estudio de las minúsculas cavidades del oído. Para realizar estos análisis es preciso efectuar cientos de tomografías a cada ejemplar y procesar luego los datos informáticamente en un laborioso proceso. En números anteriores del Periódico de Atapuerca ya se ha ido dando cuenta de algunas de estas exploraciones y de sus resultados y ahora muestra la última de ellas, liderada por Mercedes Conde Valverde y publicada recientemente en la revista Journal of Human Evolution. Se trata del examen de la cóclea (el diminuto estuche óseo que alberga al órgano encargado de transformar la energía de los sonidos en impulsos nerviosos) del fósil portugués del Pleistoceno medio Aroeira 3. El estudio ha comparado las dimensiones y proporciones de Aroeira 3 con las cócleas de la Sima de los Huesos, de una muestra de neandertales y otra de Homo sapiens. La confrontación de estas piezas de los dos primeros grupos es especialmente interesante puesto que se trata de fósiles casi contemporáneos y geográficamente muy próximos.
Los principales resultados muestran que la cóclea de Aroeira 3 y de la Sima de los Huesos presentan una morfología esencialmente primitiva, claramente distinta de la correspondiente a los neandertales y a la de nuestra especie. Verdaderamente curioso es el parecido entre el portugués y los burgaleses en las proporciones generales de la cóclea, pues es un rasgo exclusivo de estos fósiles e indica la existencia de una población humana que habitó en la península ibérica hace alrededor de 450.000 años y que se encontraba relativamente aislada del resto de las poblaciones europeas de esa época. También es muy interesante el descubrimiento de que la cóclea evolucionó a lo largo del Pleistoceno medio y superior de manera independiente a la otra estructura ósea que compone el denominado oído interno: los canales semicirculares (que albergan el órgano del equilibrio). Puesto que la cóclea y los canales semicirculares componen una misma estructura anatómica se pensaba que ambos conjuntos habrían evolucionado al mismo tiempo. Sin embargo, los resultados de este trabajo demuestran que lo hicieron de manera independiente, en un proceso conocido en biología evolutiva como evolución en mosaico.