Cuando en julio de 1994 se empezó a excavar una pequeña superficie de la Gran Dolina iniciando la unidad TD6, se estaba encontrando una de las joyas de la sierra de Atapuerca. Por aquel tiempo, cuando aún se debatía la cronología de la ocupación de Europa, se describió una nueva especie, Homo antecessor. Se encontraron herramientas de Modo 1 desconocidas hasta entonces fuera de África y del Próximo Oriente, y las evidencias de canibalismo más antiguas de la prehistoria. Todo ello convertía a TD6 en uno de los más importantes depósitos del Pleistoceno. Y esta importancia es la que ha provocado un gran desarrollo de la investigación y alimentado interesantes debates sobre la formación del conjunto, entre los que podemos incluir el trabajo publicado en marzo de 2021 en la revista Archaeological and Anthropological Science, bajo el título “Dragged, lagged, or undisturbed: reassessing the autochthony of the hominin-bearing assemblages at Gran Dolina (Atapuerca, Spain)”.
En este estudio se debate, gracias a los criterios aportados por la tafonomía espacial, si el conjunto se encontró en el mismo sitio en el que se depositó, o si los restos fueron alterados por caídas desde el exterior de la cueva o por flujos de agua de diferentes intensidades.
El modo en que se generan acumulaciones de huesos y otros restos es muy diverso. Hay yacimientos donde las concentraciones son el resultado de la conducta de los mismos animales que se encuentran en los depósitos. Sería el caso de las muertes catastróficas por avalancha, producidas durante las grandes migraciones. También tenemos las concentraciones generadas por los depredadores, que acumulan los restos de sus presas. Aquí incluimos también a los humanos. Las concentraciones generadas por procesos físicos son aquellas en las que los agentes como el agua, el viento, etc., actúan como agentes acumuladores, y los restos arqueológicos, como elementos sedimentarios. Y, finalmente, las acumulaciones de origen mixto, en las que sea cual sea la causa de acumulación original, se ha producido más tarde una alteración del depósito arqueológico.
La hipótesis de partida de este trabajo se basó en observaciones etnoarqueológicas, según las cuales los residuos de la actividad de los humanos muestran modelos de dispersión o acumulación espacial de dependencia, que reflejan actividades específicas. Dicho de otro modo, los diferentes restos de la actividad de los humanos, o bien se agrupan, o bien se distribuyen de una forma regular en la superficie de la ocupación. De este modo, si el nivel TD6, especialmente el subnivel de TD6.2, es el producto de los residuos derivados de un campamento de homininos, deberíamos encontrar una asociación espacial y no una distribución azarosa de los restos. Además, los modelos teóricos construidos a través de la observación experimental indican que los flujos de agua y arrastres de diferentes tipos generan la segregación de los materiales, dependiendo de su peso, forma y densidad.
Para testar si los restos de TD6.2 se encontraban en asociación espacial o no, se realizaron diferentes pruebas estadísticas (principalmente, funciones K de Ripley y L de Besag). Los resultados indicaron una elevada dependencia espacial entre los restos óseos y la industria lítica, y no algún tipo de segregación, lo que apoya que los restos de TD6.2 están en el lugar donde se depositaron o muy cercanos a este.
Todas las evidencias indican que TD6.2 conserva una alta integridad espacial de sus restos y una elevada resolución para la interpretación arqueológica. Que TD6.2, también conocido como “Estrato Aurora”, era el resultado de un campamento base, ya se había propuesto en diferentes estudios previos, pero en este caso se demuestra que estos despojos se encontraban además in situ. Un campamento base o central es un lugar donde se comparten los recursos obtenidos durante las actividades de forrajeo y el centro de la actividad social para los grupos de cazadores-recolectores. En este tipo de asentamientos, los huesos y las herramientas de piedra suelen permanecer agrupados en los mismos lugares, ya que son producto del transporte y procesamiento de las carcasas, el consumo de alimentos, la elaboración de herramientas, su uso y su abandono. Otras actividades cotidianas y sociales del día a día de los grupos probablemente también tuvieron lugar en la Gran Dolina, a pesar de que no tengamos evidencias arqueológicas de ello.
Es de esperar que pronto aparezcan más evidencias similares en áreas geográficas cercanas, ya que los depósitos contemporáneos o incluso más antiguos son cada vez más abundantes. Sin embrago, hasta la fecha, TD6.2 es el conjunto europeo más antiguo con estas características; el único yacimiento que conserva una alta integridad y una excelente conservación de los restos, que nos permite ahondar en el comportamiento de las primeras poblaciones europeas, a través de los restos abandonados en un campamento central bien conservado. Es especialmente importante tener esto en cuenta, ya que la mayor parte de TD6 se excavará en un futuro no muy lejano.
Referencia:
Saladié, P., et al., 2021. Dragged, lagged, or undisturbed: reassessing the autochthony of the hominin-bearing assemblages at Gran Dolina (Atapuerca, Spain). Archaeological and Anthropological Sciences. 13, 65. DOI: https://doi.org/10.1007/s12520-021-01303-6