El cráneo de Florisbad y las quimeras de la evolución


By Emiliano Bruner / Centro Nacional sobre la Evolución Humana

Durante mucho tiempo hemos pensado que la evolución ha sido un camino lineal (una autovía con un solo carril que sigue una única dirección), gradual (una trasformación continua con todas las etapas intermedias) y progresiva (desde formas más imperfectas hacia seres más exitosos).

Estos tres pilares, hoy en día, ya no se sustentan mucho a la luz de lo que sabemos por el registro paleontológico. De hecho, sospechamos que sea todo lo contrario. La evolución de las especies parece ser una historia con caminos alternativos, paralelos e independientes. Además, podría no ser siempre gradual ya que, de vez en cuando, pega saltos. Y quizás no va a ningún lado, en el sentido de que las especies que se suceden pueden ser, cada una en su momento y en su ambiente, ya suficientemente exitosas como para prosperar a lo largo de cientos de miles de años. Lo que ocurre a continuación es que las especies cambian el ambiente y el ambiente cambia las especies, y ambos sufren variaciones que los llevan zigzagueando por complejas y complicadas rutas evolutivas. Además, las especies no varían de forma homogénea, sino a cachos, porque algunos elementos de su anatomía son integrados entre ellos y otros no. Es lo que llamamos evolución en mosaico.

En paleontología humana encontramos a menudo trazas de estas quimeras anatómicas. En Europa, los cráneos de Sima de los Huesos (400-500 mil años) tienen rasgos derivados neandertales en la cara, pero un cráneo neural y una forma cerebral más primitiva. La misma mezcla la encontramos en el ejemplar de Maba, en China, datado entre 300 y 130 mil años. En Marruecos, el de Jebel Irhoud (300 mil años) presenta, sin embargo, una cara moderna y un cráneo neural parecido a los neandertales. Muchos estudios sobre la arquitectura del cráneo humano sugieren que el bloque facial y el neural pueden variar con cierta independencia, articulándose en el hueso esfenoide y juntándose por medio del hueso frontal y de los cigomáticos.

Hace poco he publicado un estudio del neurocráneo de otra quimera humana, el cráneo de Florisbad, encontrado en Sudáfrica en 1932 y datado en 260 mil años. En este caso, el hueso frontal es muy derivado y parecido al frontal de Homo sapiens, mientras que el resto del cráneo recuerda mucho a la anatomía de Homo heidelbergensis. Ha sido interpretado por diferentes autores como humano moderno muy primitivo, como Homo heidelbergensis muy derivado, como neandertal africano, o como algo distinto de todas estas especies, es decir, un homínido africano que no hemos llegado todavía a describir. Sea como fuere, es otro elemento del puzle, un puzle al que le faltan todavía muchísimas piezas. Tantas que no es muy recomendable explayarse demasiado en especulaciones tajantes sobre sus escenarios. Vendrían bien para vender novelas, pero no mucho para sustentar los caminos de la ciencia.

Referencia:

Bruner E. et al., 2020. The skull from Florisbad: a paleoneurological report. Journal of Anthropological Sciences 98: 89-97.