La música está presente en todos los pueblos de la tierra, pero trazar su origen en el tiempo no es una tarea sencilla, ya que la música no fosiliza. En el nuevo Cuaderno de Atapuerca, Raquel Jiménez Pasalodos, experta mundial en arqueomusicología, desentraña los primeros instrumentos sonoros que aparecieron y cuándo los homínidos comenzamos a cantar.
La música. Los primeros instrumentos sonoros es un nuevo libro divulgativo de la colección Origen, Cuadernos de Atapuerca. Esta obra se corresponde con el número 17 de la antología de la Prehistoria, que coordina científicamente el profesor de la Universidad de Burgos Carlos Díez y que ha contado nuevamente con la colaboración de la Fundación Atapuerca.
En este jemplar, Raquel Jiménez repasa las flautas, las caracolas, los litófonos y los silbatos que empiezan a registrarse hace unos 40.000 años en poblaciones de cazadores-recolectores y que experimentan un gran desarrollo a partir del Neolítico y de la Edad de los metales, viviendo una época de oro cuando surgen las sociedades estatales y los primeros imperios, para legitimar los papeles divinos de reyes y grandes sacerdotes.
La autora es profesora en la Universidad de Valladolid e investigadora de la Universidad de Barcelona. Asimismo, es experta en el estudio de las evidencias que existen sobre la aparición de objetos creados con intencionalidad sonora.