Resistir el frío, especialmente en invierno, es un desafío al que debieron enfrentarse los humanos desde el momento de su llegada a Europa. Más aún si tenemos en cuenta que durante el último millón de años el clima ha oscilado entre fases cálidas, como en la que vivimos, y periodos mucho más fríos. ¿Cómo pudieron los humanos soportar las bajas temperaturas antes de dominar el uso del fuego?
Esa es la pregunta a la que hemos intentado responder en un trabajo publicado en Journal of Human Evolution junto al geógrafo Christian Willmes de la Universidad alemana de Colonia. Como primer paso, analizamos las condiciones climáticas en las que vivieron los humanos en Europa occidental durante varias fases climáticas entre hace 350.000 y 550.000 años. Se generaron mapas de paleotemperaturas para cada una de esas fases y, a partir de ellos, se estimaron las temperaturas que tuvieron que soportar los humanos en ese periodo en un total de 68 yacimientos donde está documentada presencia humana. Nuestros resultados muestran que aquellos homínidos tuvieron que soportar temperaturas muy bajas y, sorprendentemente, no solo en las etapas glaciares. También en los momentos de clima templado soportaban temperaturas bajo cero en muchos lugares, incluso en localidades de la península ibérica como Ambrona (Soria) o Atapuerca (Burgos).
Dado que las evidencias de uso del fuego en ese periodo son muy escasas en Europa, la mayoría de investigadores piensa que los homínidos de ese tiempo no tenían capacidad para generarlo y utilizarlo de manera habitual. Pero entonces, ¿qué otras estrategias emplearían para combatir el frío? Para responder a esta otra pregunta utilizamos un modelo matemático de termorregulación que simula la pérdida de calor, aplicándolo a un individuo masculino y a otro femenino de la Sima de los Huesos (sierra de Atapuerca). Esto nos permitió simular la eficacia aislante de cubrirse con pieles de animales, de tener una gruesa capa de grasa subcutánea, de incrementar la producción de calor interno activando el metabolismo y simular la pérdida de calor por acción del viento. Centramos nuestra atención en soportar el frío durante la noche porque representa un reto especial para la termorregulación. Hay un límite en la respuesta metabólica para soportar las bajas temperaturas nocturnas, pero donde los mecanismos fisiológicos no llegan, algunos comportamientos humanos pueden hacerlo. Nuestros resultados muestran que los homínidos de la Sima de los Huesos podían soportar temperaturas nocturnas muy bajas si dormían abrigados con pieles, especialmente si lo hacían agrupados en un lugar donde estuvieran protegidos del viento.
Referencia:
Rodríguez, J., et al., 2021. Shivering in the Pleistocene. Human adaptations to cold exposure in Western Europe from MIS 14 to MIS 11. Journal of Human Evolution, 153, DOI: https://doi.org/10.1016/j.jhevol.2021.102966