Hablar de Atapuerca en Burgos hoy, no es solo hablar de uno de los proyectos de investigación más importantes del mundo y uno de los principales motores sociales, económicos y culturales que en la actualidad impulsan a nuestra ciudad y región, sino que es también hablar del vientre y escuela de la espeleología moderna burgalesa.
El Grupo Espeleológico Edelweiss (GEE), perteneciente a la Diputación Provincial de Burgos, fue fundado hace 70 años por un grupo de jóvenes aficionados a la espeleología y a la montaña, que añadido al reto que supone enfrentarse a lo desconocido, unieron su pasión por desentrañar la riqueza oculta del subsuelo burgalés. Lo que comenzó siendo una actividad esporádica, pasó a convertirse en una incansable labor de estudio e investigación espeleológica que continúa en la actualidad.
Desde los primeros años de su fundación y hasta bien entrada la década de los 80, varias generaciones de jóvenes burgaleses, tuvieron su primer contacto con el mundo subterráneo recorriendo y admirando sus galerías y formaciones. Dieron sus primeros pasos en el mundo de la espeleología en el Complejo Kárstico de la sierra de Atapuerca, especialmente en Cueva del Silo, Cueva Mayor o Cueva Peluda, en ellas fue donde por primera vez se pusieron un casco, encendieron la llama de un carburero y tomaron contacto con escalas, cuerdas y clavijas.
Yo tuve la suerte de ser uno de esos jóvenes que, con tan solo 9 años, en una excursión organizada por mi grupo de catequesis me llevó a Cueva Mayor; todavía mantengo fresca en la memoria la primera vez que entré en el Salón del Coro (Cueva Mayor); quedé impresionado y sobrecogido por la espectacular belleza que me rodeaba, al tiempo que, agarrado a mi pequeña linterna de petaca, me sentí como un pionero explorador en busca de lo desconocido. Hoy, casi 50 años después, sigo experimentando esa misma sensación cuando me adentro en una nueva cavidad.
Esta labor de divulgación dio sus frutos en años sucesivos, dando origen a la creación de diferentes grupos de espeleología en Burgos y su provincia, que unánimemente consideran al Complejo Kárstico de la sierra de Atapuerca como la semilla y el germen de la espeleología burgalesa, al tiempo que madre y escuela.
La fascinación por la belleza del subsuelo burgalés fue lo que impulsó la necesidad de emprender estudios e investigaciones que dieran respuesta a los múltiples interrogantes que suscita el origen y la evolución del fenómeno kárstico burgalés. Así pues, ya en 1955, la prensa local de la época nos recuerda cómo los jóvenes del GEE comenzaron a investigar y plantear diversas hipótesis sobre la génesis de la formación de tan preciado karst. Y cómo años más tarde, servían de guía para mostrar su interior a los principales investigadores del momento o cómo fueron capaces de liderar la iniciativa, surgida en los años 80, de la defensa y protección del subsuelo burgalés, con la finalidad de garantizar que sus múltiples tesoros fueran preservados íntegramente para las generaciones futuras.
Posteriormente han sido muchas y variadas las colaboraciones realizadas por el Grupo Espeleológico Edelweiss, y de otros tantos colectivos, en aras de contribuir desde las investigaciones espeleológicas a que Atapuerca sea, quizás, el proyecto más importante de la ciudad de Burgos, que al tiempo que la cohesiona y vertebra, también la sitúa con nombre propio en el contexto arqueológico mundial. Un proyecto que además representa, simboliza y recuerda con sus hallazgos, los mejores valores del ser humano, la solidaridad, la colaboración, la ayuda mutua o el trabajo en equipo.
Por todo ello, el año 2021, “Año Internacional de las Cuevas y el Karst”, en el que también conmemoramos el 70 Aniversario de nuestra fundación, nos sentimos especialmente orgullosos y agradecidos por permitirnos contribuir al desarrollo del Proyecto Atapuerca a través de la Fundación, mediante la firma de un convenio marco de colaboración en que se plasman las líneas maestras de nuestra aportación para los próximos años. Un acuerdo que nace con una clara vocación de servicio, en el que ponemos nuestro mejor saber a disposición de investigadores y estudiosos, con la finalidad de que aquella primera luz de los carbureros que iluminaba a jóvenes ansiosos por conocer y descubrir, siga manteniéndose viva a través de las nuevas generaciones de científicos, divulgadores, estudiantes y espeleólogos que seguirán haciendo que Atapuerca brille con luz propia en el mundo para siempre.
Gracias por seguir contando con el Grupo Espeleológico Edelweiss. Confiamos en estar a la altura.