En el laboratorio del río se lava todo el sedimento de las cuevas de la sierra de Atapuerca y se recuperan los microfósiles
Desde hace 32 años, durante las excavaciones en los yacimientos de la sierra de Atapuerca, en el río Arlanzón montamos el laboratorio de la microfauna. En sus orillas instalamos mesas de lavado, de triar, tamices de secado y con ayuda del ejército, las tiendas de campaña para almacén y protección de los fósiles. Los microfósiles tienen tamaños milimétricos ¡imposible extraerlos igual que los fósiles humanos, grandes mamíferos y herramientas de piedra! Para extraerlos, lavamos toneladas de sedimento, separándolo en fracciones con técnicas granulométricas. Así, las mesas de lavado consisten en una pila de tamices o cribas superpuestas: de mayor luz de malla arriba y de 1mm-0,5mm en la base de la pila. Cada año innovamos, haciéndolas más eficientes, ergonómicas y seguras para los fósiles y los trabajadores. La microfauna nos ayuda a interpretar la edad, el clima y el paisaje de los yacimientos de Atapuerca.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO
Los yacimientos de la sierra de Atapuerca contienen cientos de miles de fósiles y más de las tres cuartas partes de los restos paleontológicos de Atapuerca son los de los fósiles de microfauna. Es precisamente en el laboratorio del río donde recuperamos los microfósiles. Esto lo saben muy bien los directores de las excavaciones, pasadas, presentes y futuras, Aguirre, Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell. Ellos siempre han apoyado el trabajo del laboratorio del río dotándonos de mesas de lavado nuevas, bombas de agua y todo lo que mi mente innovadora ha propuesto para mejorar la forma de recuperar los microfósiles y el trabajo de las personas. Para recobrar los microfósiles necesitamos lavar todo el sedimento, unas 30 toneladas cada campaña, lo que supone cerca de mil toneladas de sedimentos en estos últimos 32 años. Estas mil toneladas se han excavado, acumulado en sacos, etiquetados con las siglas correspondientes, transportado desde la Trinchera hasta el río y lavado gracias al trabajo en equipo de excavadores y los del río. El sedimento, para la mayoría solo tierra y barro que queda entre las grandes piezas de industria lítica y hueso, contiene un tesoro invisible que solo lavándolo con técnicas de granulometría se puede recuperar: los huesos diminutos de pequeños mamíferos, anfibios, reptiles, pájaros, peces. Todo el ecosistema en miniatura de nuestros paisajes, pasados, presentes y futuros. Con esta metodología hemos recuperado cientos de miles de pequeños fósiles. Por ejemplo, la edad de Homo antecessor, de la Gran Dolina, la conocimos gracias a un micromamífero, el roedor Mimomys savini. Otros micromamíferos como Allophaiomys o Beremendia, nos sirven para saber que la edad de los fósiles humanos de la Sima del Elefante, es de más de un millón de años. La Sima de los Huesos tiene una pequeña muestra de micromamíferos también, un hámster y un topillo que nos habla de edades próximas al medio millón de años. Los nuevos yacimientos como Cueva Fantasma y la Galería de las Estatuas Exterior tienen también una interesante microfauna que está prácticamente toda por estudiar. En la actualidad en el laboratorio del río lo que lavamos de Estatuas es menos abundante que lo de Gran Dolina o Sima del Elefante, pero tiene buena pinta. La microfauna del recién re-abierto yacimiento de Penal, cuyos fósiles estudié en el pasado, proporciona edades parecidas a la de los niveles con Homo antecessor de Gran Dolina, veremos que nuevas sorpresas para al conocimiento de esta importante cueva y de todas las cuevas de Atapuerca, nos aportan los estudios futuros, con nuevas tecnologías como la morfometría geométrica, los escáneres y reconstrucciones 3D, el ADN antiguo, la bioestratigrafía numérica, etc. He dirigido más de 10 tesis doctorales sobre la microfauna de Atapuerca, los jóvenes doctores son el futuro, dirigiendo nuevas investigaciones. Juanma, Hugo, Carmen, Julia, Pilar, Raquel, Juan, Ángel, vuestro es también el legado y el futuro de la microfauna de las cuevas de Atapuerca. Queda, para futuras generaciones, mucho por hacer: edades, ecología del pasado, reconstruir los paisajes en los que vivieron nuestros ancestros de Atapuerca, todo un legado del patrimonio paleontológico de Burgos por analizar. De ello se encargarán los Museos, los futuros directores de las excavaciones y una sociedad ávida de saber. El laboratorio del río Arlanzón seguirá siendo la fuente principal de información sobre la edad, la ecología, la temperatura, la lluvia, la humedad, reconstruidas a partir del análisis de la microfauna de los yacimientos de Atapuerca.