Han pasado 25 años desde que el Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) recibiera el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Durante este largo período, todos los sueños y desafíos que se plantearon se han cumplido. Se ha ganado tiempo al tiempo, de manera que en estos momentos el Clúster de Atapuerca dispone de una serie de estructuras, que han permitido desarrollar en nuestro país un plan de trabajo de primer nivel sobre la investigación de la evolución humana.
Sin este premio hubiera sido difícil poder llevar a cabo muchas de las actuaciones que hemos desarrollado después. El prestigio del galardón nos abrió las puertas a las administraciones y por supuesto al Estado, convirtiendo Atapuerca en una cuestión nacional. Al evolucionar el rango del Proyecto, también evolucionaron las inversiones y, por lo tanto, se pudo dimensionar todo.
Recuerdo como en el 1997 los codirectores actuales junto a Emiliano Aguirre celebrábamos en Madrid aquel galardón. Ahora mismo existen centros de investigación en España que se dedican a estudiar la evolución humana, como el Instituto Catalán de Paleoecología Humana (IPHES, Tarragona), el Centro de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH, Burgos) y el Centro Mixto Universidad Complutense de Madrid – Instituto de Salud Carlos III de Evolución y Comportamiento Humano (UCM-ISCIII, Madrid).
El Museo de la Evolución Humana, la Fundación Atapuerca, que apoya los trabajos de investigación de los yacimientos, así como dos edificios auxiliares en la propia Sierra, que sirven para dar la bienvenida a los visitantes que quieren conocer la cantera de fósiles, complementan la labor de investigación de este equipo, mejor dicho, de estos equipos que conforman el núcleo del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA).
Los tres ejes que el EIA puso encima de la mesa se han desarrollado. La primera década del siglo XXI fue prodigiosa, se hicieron efectivos todos los planes.
El desarrollo del Proyecto Atapuerca ha permitido convertirlo en un programa de investigación, que aborda a través de sus actividades todos los asuntos relacionados con la evolución del género Homo.
Probablemente, la cantera de fósiles, es decir los yacimientos, son la pieza clave que ha permitido desarrollar todo este proceso. Las excavaciones arqueopaleontológicas suministran los restos que permiten el estudio en los diferentes centros nacionales e internacionales, de manera que los proyectos disponen de una provisión de información empírica básica para conocer el origen y desarrollo de las poblaciones humanas en Eurasia.