Gracias, amigo


Por Esther Martínez Fernández / ACAHIA

La Asociación Cultural Amigos del Hombre de Ibeas-Atapuerca (ACAHIA) tuvo la fortuna de contar en sus inicios con el impulso de dos formidables personas, Emiliano Aguirre y el Padre Fernando Domingo, también desaparecido recientemente, quienes compartían la creencia de que la divulgación científica debía bajar del pedestal y extenderse a los ciudadanos de a pie legos en la materia, y que la honestidad con respecto a los descubrimientos arqueológicos de la sierra de Atapuerca pasaba porque los habitantes de ambas laderas de la Sierra fueran protagonistas y partícipes en la divulgación y proyección de los yacimientos.

Desde aquel año (1990) en el que, de la mano del Padre Fernando, un entusiasta grupo de amigos de la localidad de Ibeas de Juarros creó ACAHIA, con el propósito de difundir los yacimientos de la sierra de Atapuerca y vincularlos con la localidad de Ibeas, Emiliano estuvo a nuestro lado en innumerables ocasiones. “La ACAHIA”, como nos solía llamar, contó con su desinteresado apoyo en aquellos inicios cuando en el yacimiento, que no contaba aún con la incontestable relevancia que hoy le sitúa como uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo, todo estaba por hacer y la asociación se embarcó en proyectos de envergadura como la edición del libro Ibeas-Atapuerca, Primeros pobladores o la gestión del “Aula Arqueológica Emiliano Aguirre” que puso en marcha las primeras visitas a los Yacimientos.

Los más de 30 años de historia de ACAHIA darían para hablar largo y tendido, llegando a la conclusión de que la asociación siempre encontró en Emiliano, un soporte fundamental para mantener los voluntarios esfuerzos que nos han animado a seguir emprendiendo ilusionantes iniciativas, como el galardón “Alubia de Oro” concedido a Emiliano en 2008, su primera edición, por hacer valer que los Yacimientos, Patrimonio de la Humanidad, forman parte de nuestra historia.

Pero por encima de todo, Emiliano ha sido un gran amigo que nos ha conmovido hasta el punto de hacernos creer que podíamos soñar, un padre que ha forjado una sincera amistad entre todos los que mantenemos vivo el respeto y el cariño por, como él decía: “El aire, el agua y el suelo de la sierra de Atapuerca y de la Comarca de los Juarros”.