El Padre Fernando, nuestro Padre y amigo


Por Asociación Cultural Amigos del Hombre de Ibeas-Atapuerca (ACAHIA, Ibeas de Juarros, Burgos)

En este año que acaba, han fallecido dos de las personas más queridas para la Asociación Cultural Amigos del Hombre de Ibeas-Atapuerca (ACAHIA).

El 11 de octubre fallecía Emiliano Aguirre, padre de los yacimientos de la sierra de Atapuerca, quien recibió un emotivo homenaje en la edición especial que este periódico publicó el mes pasado, así como en la XVIII Marcha a pie a los yacimientos, en conmemoración de la declaración de estos yacimientos como Patrimonio de la Humanidad, que se celebró el domingo 28 de noviembre y en cuya organización participó la asociación.

Asimismo, el pasado 31 de agosto fallecía el Padre Carmelita Fernando Domingo. Para los que leáis este escrito y no sepáis quien era el Padre Fernando, deciros que Fernando nació en Ibeas de Juarros en el año 1936. Hijo de Señor Lorenzo y de la Señora Engracia, pasó toda su infancia en el pueblo y recién cumplidos los 18 años ingresó en la Orden del Carmen vistiendo desde entonces el hábito de Carmelita Descalzo y llevando una vida dedicada a la Orden, desde la que ejerció puestos de responsabilidad como director-fundador del “Teléfono de la Esperanza”, también fue director y fundador de la revista Orar o director de la editorial e imprenta Monte Carmelo.

Sin embargo, el Padre Fernando, una persona comprometida y activa, no dejó de lado sus orígenes y siempre estuvo ligado a la vida social y cultural de Ibeas organizando actividades para los vecinos de la localidad quienes respondían con entusiasmo a todas sus iniciativas, entre la que debemos destacar la fundación de la asociación ACAHIA.

Fernando fue un soñador, un adelantado a su tiempo, que supo ver mucho antes que nadie el gran futuro de los yacimientos de la sierra de Atapuerca y entendió la necesidad de apoyar el trabajo del Equipo de Investigación cuando aún tenía escaso apoyo público y social: “La importancia de estos yacimientos traspasará fronteras antes que los vecinos veamos su valor e importancia”, decía. Como buen sociólogo y gracias a su amistad con Emiliano Aguirre, creyó en la conveniencia de divulgar de manera coloquial estos extraordinarios restos arqueológicos para que la visión del mundo científico, por lo general inaccesible, se pudiera acercar al ciudadano de a pie.

Así que, el 6 de octubre de 1990 el entusiasta carmelita junto a un comprometido grupo de vecinos de Ibeas de Juarros pusieron a andar la asociación ACAHIA, en cuyos estatutos reza como fin principal: “Impulsar el marco cultural del pueblo y, por encima de todo, investigar, valorar y difundir todo lo relacionado con la vida prehistórica habida en las llamadas ‘Cuevas de Atapuerca’”.

Aquellos inicios llenos de ilusión pusieron en marcha atractivos proyectos como el impulso, en el año 1991, de las primeras visitas guiadas a los yacimientos, así como la jornada de convivencia con el Equipo de Investigación de los yacimientos, que se ha venido celebrando desde entonces, año tras año, hasta la llegada de esta horrible pandemia, y cuya organización ha puesto en valor la cercanía y amistad de los vecinos de Ibeas con el equipo de excavación.

Gracias a su cargo como director de la imprenta Monte Carmelo, en el año 1993 se publicó el primer libro de divulgación no científica sobre los yacimientos: Ibeas-Atapueca Primeros Pobladores, y ese mismo año se inauguró el Aula Arqueológica “Emiliano Aguirre” en Ibeas de Juarros, consiguiendo que la antigua casa del médico se convirtiera en el primer centro de divulgación de los yacimientos de la sierra de Atapuerca, así como en un centro de convivencia para los vecinos, puesto que la sala de exposiciones fue abierta al público por voluntarios de la asociación.

En el año 2009, ACAHIA quiso agradecer su gran generosidad haciéndole entrega del galardón “Alubia de Oro”, que reconoce la labor de unión de los yacimientos de la sierra de Atapuerca y el pueblo de Ibeas de Juarros, por haber contribuido a ese cometido con profunda vocación.

El Padre Fernando, hombre de Fe en Dios y en el ser humano, trajo a Ibeas una unión que ha perdurado más de 30 años en forma de asociación, alentada por valores fundacionales que fueron suyos. Quizás su labor no ha sido lo suficientemente reconocida, pero sirvan estas sencillas y sinceras palabras para agradecerle que nos despertara a lo extraordinario de nuestra tierra y nos animara a mirarlo con orgullo.

Hay muchas maneras de amar la tierra y en muchos casos depende de lo que ella nos devuelva. El Padre Fernando amó su tierra desinteresadamente y defendió la difusión de los yacimientos de la sierra de Atapuerca para que todos (investigadores, vecinos, allegados…) fuésemos creyentes de su extraordinaria riqueza. En cada uno de nosotros está continuar su legado.

Gracias, Fernando.