Vocación social


Por Marina Mosquera / URV-IPHES-CERCA

No creo exagerar si digo que el Proyecto de Atapuerca tiene la vocación social más intensa que podamos encontrar entre los programas de investigación en evolución humana. Desde nuestros comienzos, directores e investigadores nos volcamos en retornar a la sociedad los conocimientos y la importancia de nuestros descubrimientos y estudios.

Cuando llegué al equipo en 1988, Emiliano Aguirre organizaba reuniones de vecinos en los ayuntamientos de Ibeas de Juarros y de Atapuerca, para explicar qué hacíamos y qué clase de “tesoros” desenterrábamos. No éramos más de veinte o veinticinco chicas y chicos y los tres “mayores”, que serían los codirectores tras la jubilación de Emiliano. Ciertamente, no era fácil en aquella España tan huérfana de cultura y ciencia explicar de dónde venimos y por qué somos lo que somos.

Sin embargo, el mensaje fue calando y nuestra comprensión de la evolución humana en Atapuerca fue mejorando, de manera que en poco tiempo tuvimos en la Asociación de Amigos del Hombre de Ibeas y de Atapuerca (ACAHIA), creada en 1990 en Ibeas de Juarros (Burgos), los primeros seguidores y animadores incondicionales. Desde entonces y para festejarlo, ACAHIA y las gentes del pueblo de Ibeas nos invitan cada año a los investigadores del Proyecto de Atapuerca a pasar un magnífico sábado, charlando, bebiendo y degustando las delicias gastronómicas burgalesas.

Varios años después, en las sesiones de puertas abiertas, los investigadores explicábamos a los grupos de visitantes todo lo que sabíamos, desde cómo y cuándo se habían formado las cuevas hasta quiénes, cómo y por qué las ocuparon los diferentes grupos de homininos que allí moraban. Recuerdo especialmente un día en que un señor, tras oír las explicaciones, se me quedó mirando bastante confuso y me preguntó: “Pero, entonces, ¿no construyeron las cuevas los propios homínidos?”, a lo cual, claro, me vi obligada a decepcionarle y decirle que no, que ya estaban “hechas”. Entonces reaccionó diciendo “jopé, pues sí que eran vagos”. Francamente, me pilló tan desprevenida que no supe qué contestarle.

Han pasado muchísimos años, y lo que antes hacíamos sin conocimiento expreso de cómo comunicar, ahora lo llevamos a cabo contando con muy buenos profesionales de la divulgación. Magníficos equipos de comunicadores en todas las instituciones que forman parte del Proyecto Atapuerca: la Fundación Atapuerca, en primer lugar, y el Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), el Centro Mixto Universidad Complutense de Madrid - Instituto de Salud Carlos III de Evolución y Comportamiento Humano (UCM-ISCIII) y el Museo de la Evolución Humana (MEH).

Pero, además, muchos de los investigadores se han volcado en escribir artículos y libros para los no iniciados, interesados en el tema de la evolución humana. Destacan, naturalmente, todas las obras de Eudald Carbonell, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga.

Y no podía faltar la publicación mensual de nuestro querido Periódico de Atapuerca, en el que todos aportamos novedades de todo tipo, no solo concernientes a los yacimientos de la Sierra, sino noticias científicas de gran importancia.

Varias instituciones, entre las que se encuentran el CENIEH, el MEH, la Fundación Atapuerca y el IPHES, han desarrollado programas de talleres para niños, familias y para escuelas. De hecho, este mismo año el programa “IPHES en los barrios” ha sido seleccionado como caso de éxito en la guía FECYT para la comunicación inclusiva de la ciencia.

Quizá, lo único que faltaba era una publicación ilustrada donde se explicaran los temas que conocemos bastante bien sobre los yacimientos de Atapuerca. Pues bien, desde octubre de 2021 ya estamos publicando Historias de Atapuerca (https://evoluciona.org/historias-de-atapuerca), un coleccionable donde contamos desde la formación del propio karst, hasta la vida de los pastores neolíticos de El Mirador, pasando por la muerte del Homo antecessor hace 850.000 años, la caza comunal de bisontes hace 450.000 años y otros temas apasionantes, magníficamente ilustrados por el artista Diego Rodríguez Robredo.

Es por esta larga trayectoria de implicación social de los investigadores del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) por lo que diversas asociaciones e instituciones nos han honrado con varios premios. Sin embargo, estamos especialmente orgullosos del Premio Muncunill a la Innovación Cultural con que nos ha galardonado este año el Ayuntamiento de Terrassa (Barcelona), como premio a la innovación, al modelo integral y de progreso, al servicio de la sociedad.