Emiliano Bruner, paleoneurólogo e investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha publicado un nuevo artículo en la revista Neuroscience sobre la neuroanatomía de las áreas parietales, concretamente sobre la superficie cortical del precúneo.
Los lóbulos parietales son un conjunto de surcos y giros de la corteza cerebral que se encuentran en las áreas superiores y posteriores del cerebro. “El precúneo (también “precuña” en español) es la parte más mediana de los lóbulos parietales, posicionada en su parte más superior y profunda, entre los dos hemisferios”, puntualiza Bruner. Esta estructura coordina las informaciones que vienen del cuerpo con las informaciones que vienen de la visión, e integra todo esto con la memoria y con la auto-conciencia. El precúneo ha recibido una mayor atención en la última década, no solo por sus funciones cognitivas sino por su intervención en los procesos neurodegenerativos.
Las áreas parietales han sido menos estudiadas que otras áreas del cerebro, tanto por su dificultad en llegar a ellas como por la complejidad de sus funciones. Desde hace unos años, explica el autor, “hemos visto que las diferencias en la forma del cerebro de nuestra especie, si lo comparamos con la forma cerebral de otros homínidos extintos, se localizaban particularmente en estas áreas. Entonces hemos empezado a estudiar su anatomía en los humanos modernos, descubriendo cosas bastante peculiares”. Esta estructura es una de las más variables entre los adultos y sus modificaciones presentan parecidos con los cambios evolutivos que se detectan en nuestra especie, Homo sapiens. Las variaciones no son solo de proporciones, sino que hay una efectiva ampliación de su superficie cortical, que hasta ahora no se ha conseguido relacionar con cambios en las capacidades cognitivas, afirma Bruner.
Además, el precúneo está implicado en problemas metabólicos de las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer, que es una patología particularmente asociada a nuestra especie. Esto es muy interesante, dice Bruner, “porque nuestra especie no tiene solo áreas parietales muy grandes, sino que contamos con una red vascular de las áreas parietales mucho más compleja que cualquier homínido extinto”. “Ahora habrá que estudiar estas variaciones parietales también a nivel celular, para saber qué tipo de cambio en los tejidos de la corteza están asociados a estas variaciones de su volumen”, concluye el autor.
El investigador del CENIEH ha contado para este estudio con la colaboración de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y de la Universidad Complutense (UCM).
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