Nuevas dataciones numéricas sugieren una edad de 1 millón de años para la base del yacimiento de Gran Dolina
Davinia Moreno/CENIEH
Existen diferentes métodos de datación que pueden ser utilizados en arqueología para calcular la edad de los yacimientos. Cada uno de estos métodos tiene un rango de aplicación y unas limitaciones, lo que significa que no todos pueden ser aplicados a todos los yacimientos. La elección del método de datación más adecuado para un yacimiento en concreto es fundamental y lo ideal es aplicar varios para poder contrastar resultados y así obtener la datación más precisa posible. El yacimiento de Gran Dolina en Atapuerca es un buen ejemplo a seguir, ya que en él se han empleado tanto métodos de datación relativos (magnetoestratigrafía, bioestratigrafía) como numéricos (termoluminiscencia, luminiscencia estimulada ópticamente o uranio-torio). Sin embargo, debido a su supuesta antigüedad, los niveles inferiores (TD5-TD1) no habían sido datados de forma numérica puesto que apenas existen métodos que sean capaces de proporcionar resultados satisfactorios en este tipo de sedimentos (antiguos y sin minerales volcánicos). Un equipo internacional compuesto por investigadores del CENIEH (Burgos), el Muséum National d’Histoire Naturelle (París, Francia), la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona), el centro GEOTOP (Montreal, Canadá) y el Centro Mixto UCM-ISCIII (Madrid), ha publicado recientemente en la revista Quaternary Geochronology el primer estudio geocronológico de todos los estratos de Gran Dolina en la sierra de Atapuerca (Burgos) por el método de Resonancia Paramagnética Electrónica (RPE) aplicada a granos de cuarzo. En este trabajo se han aportado nuevas fechas para el nivel TD6, donde apareció Homo antecessor, confirmando una edad en torno a 850.000 años. Además, se ha conseguido datar por primera vez de forma numérica los niveles inferiores de este yacimiento (TD5-TD1) sugiriendo una edad en torno a 1 Ma (1 millón de años) para la base de la Gran Dolina. Estos resultados son coherentes con la información proporcionada por la magnetoestratigrafía y la bioestratigrafía, y sugieren que la Gran Dolina podría tener sedimentos tan antiguos como el nivel TE9 del yacimiento de la Sima del Elefante donde apareció, en 2007, la mandíbula humana clasificada como Homo sp.